martes, 12 de febrero de 2008

Empezaron la tarea unos cuantos chavaletes dirigidos por Ramón que era un cura de Albacete

A comienzos del cole, segunda quincena de septiembre de 1975, se pasaron por el cole un par de curas por las dos clases de 7º E.G.B. del Joyfe y otra clase del mismo curso del Colegio Aris. Les contaron que iban hacer un grupo scout en la parroquia del barrio, que la idea era hacer una excursión todos los meses y campamentos en verano, navidad y semana santa y que fueran a la Parroquia de Sonsoles el viernes a las seis de la tarde para empezar. Yo iba a sexto curso y dio la casualidad que mi colega de travesuras Juan Luis Espina tenia a su hermano mayor en séptimo, le contó lo de los scouts y decidimos ir con él a ver que era eso.

Y allí nos presentamos, fuimos tantos que la reunión se tuvo que hacer en la iglesia (local futuro del grupo). El éxito de la convocatoria fue total, allí nos juntamos unos sesenta chavales entre 11 y 13 años, nunca volvió a ser tan productiva una promoción del grupo. La verdad es que el tejido social que había en el barrio era, bueno más bien no era, la calle y el barrio, se tenían conocimientos de que existían otros barrios, La Conce, territorio del “Banano” , La Elipa, territorio de “Los Nieto” y El Barrio Bilbao, zona del “Palomo” y más valía no hacer incursiones en ellos, San Blas era Marte.

Y empezó la primera reunión, en la tarima del altar había tres curas; Ramón, Elías y Juan Pedro. Éste último fue el que tomó la palabra y nos contó grosso modo lo que era el Escultismo, no recuerdo si mencionó lo de una forma de vida. Nos dijo que en un principio solo iba a ser una Tropa y que nos íbamos a dividir en patrullas…Y así fue, nos juntamos en grupos de seis/siete y tuvimos que elegir nombre y cargos; el primer nombre que elegimos fue Halcones pero otros listos se nos adelantaron, luego Azores y más de lo mismo. Un tal Lagartos estaba empeñado en que fuéramos alguna rapaz y nos propuso Gavilanes, yo no sabía ni que era ese bicho y a regañadientes nos convenció. Luego se propuso él mismo para Guía y salió elegido, de subguía un tal Iturribarría que dejó bien claro que el apellido para el cole, allí “Patxi”. No recuerdo el nombre del resto de los cargos, solo el mío que fue el de Enlace de Tropa (después de 32 años sigo sin saber cuales son sus funciones)

La idea de fundar un grupo realmente nació de Juan Pedro un cura que ya había fundado uno en Onda (Castellón). Este cura, pelirrojo donde los haya, estaba de paso, vino a Madrid cuatro meses para realizar un curso e irse de misionero a Perú, y calculó que ese tiempo era suficiente para montarlo y formar minimamente a Ramón y Elías. Sin lugar a dudas era el que marcaba la pauta y el más cañero a pesar de que no soltaba el bisonte (marca de tabaco de la época, rubio sin filtro) en ningún momento. Este hombre tuvo la genial idea, contra todo pronóstico, de asociar el grupo a A.S.D.E. y no a M.S.C., desconozco los motivos pero fue un acierto que merece la pena mencionarlo.

Y llegó la segunda reunión, mira tu por donde aparece este hombre con par de libros, levanta uno en alto y se ve en la portada un tipo con sombrero canadiense y dice: este libro se titula “Escultismo para Muchachos” y es el santa sanctorum de los Scouts, aquí viene todo y más. A continuación nos juntamos por patrullas y nos fue llegando el ejemplar del libro, había que buscar el nombre de la patrulla y caracterizarnos con los rasgos que ahí se describían. Expectantes, al final llegó el libro a nuestro rincón y con ansiedad buscamos “Gavilanes” y…que desilusión…”rosa” el color de nuestra patrulla era el rosa, las cintas de patrulla iban a ser las cuatro rosas. En aquel tiempo fuimos el hazme reir a la salida de la reunión.

Aquello fue tomando forma, y tras varias reuniones, “la primera excursión fue a Rascafría, más que una tropa scout parecía una jauría”, lo pasamos muy bien, en el campo, con los colegas, sin los padres, nos enseñaron varios juegos pero uno tuvo un éxito increible “el bordón”; no se dejo de jugar en el 270 hasta el último día. Recuerdo que al guía de linces, le hicieron comer una tortilla de patatas entera, por que se la había hecho su madre y era solo para él, eran los comienzos de una educación en valores, “todo lo de la patrulla es de todos los patrulleros, como los mosqueteros”, dijo Juan Pedro, todo aquello sonaba a grandes aventuras en el futuro. Los Gavilanes me molaban cada vez más, sacar al guía de quicio con Patxi, más aún, pero quien coños se había creido que era, el ser guia se le subió a la cabeza.

Y llegó la segunda excursión, el 23 de Noviembre de 1975, fruto de los días extras de vacaciones que tuvimos ese año, el autocar nos dejó en las praderas de La Naranjera y la marcha consistió en subir al refugio y bajar desde allí a El Valle de los Caidos, donde nos recogió otra vez el bus, nunca he vuelto a ver tantas coronas de flores juntas. ¿No había sierra para salir?

Hubo reuniones de padres, se eligió un comité y participaron en la preparación del primer campamento; Navidad del 75, tres días por Albacete y Castellón. La primera parada del autobús fue en El Río Mundo, subimos al nacimiento, mi guía de patrulla, ya nos habíamos dado cuenta los demás que su familia gozaba de buena salud económica, estrenaba para la ocasión unas camperas “Valverde del Camino”, durante el viaje no paró de elogiarlas, lo buenas que eran para andar por el campo. La mayoría de nosotros íbamos en “Tortolas”, calzado especial para todo; fue una marcha divertidísima, nunca había visto un sitio tan bonito, Lagartos, el guía, no paraba de caerse, hasta que se apretó una leche considerable y se tuvo que bajar con Elías, se quedó sin ver el nacimiento y se descartaron las camperas como opción de bota de montaña.
Después de la marchita otra vez al bus, hacia el pueblo de “Ramón que era un cura de Caudete”, llegamos de noche y nos alojamos en el convento que allí tienen Los Carmelitas, recuerdo una cena austera y el acoplamiento para dormir…una celda de monje individual… no daba crédito ¡que miedo!, no pegue ojo en toda la noche, ahí apareció mi primer “me desapunto”, lo tenía clarísimo, aguantar el chaparrón lo que quedaba de campamento y adiós. Salimos temprano para la localidad castellonense de Onda, allí vimos un museo de ciencias naturales que decían era el segundo mejor de España, comimos en otro convento, pegados a una finca de naranjos…de postre, todas las naranjas que quisiéramos…y me subí al que recuerdo mi primer árbol. “Un bordón para hacer bien la digestión” y otra vez al bus camino de La Sierra del Espadán, se hizo de noche y paramos en un hostal, recuerdo que de primero cenamos “sopa de gato” y las habitaciones compartidas y el cachondeito hicieron que se diluyeran las ganas de desapuntarme. El último día nos dimos un paseo por algún paraje de la zona que no recuerdo y terminamos en otro pueblo para comer, tampoco se cual, lo que si recuerdo es a José Antonio Jado matando a un gato a petición de un lugareño, que decía estaba enfermo…lo estampó contra una pared, lo de las siete vidas no era cierto. Una curiosidad: este campamento le costó a los padres la friolera de 3 euros (500 calas de la época) .


Valentín.-